manifiesto...

Hay un mundo que no puede ser atrapado con palabras...

Utilizamos nuestra mente de humanos evolucionados para definir, catalogar, nombrar, diferenciar, escudriñar, discernir, separar... en un intento de poseer y controlar lo que nos rodea, de retener lo que está en movimiento para hacerlo duradero y así dejar nuestra huella.

Pero el teatro es vida, y la vida es una sucesión de instantes que nunca se repite, un eterno presente continuo, que nace y muere al mismo tiempo... Inabarcable, impredecible, indescifrable.

El teatro es efímero, una repetición irrepetible, que no es posible evocar únicamente con palabras. Es ese espacio de misterio, vivo, que sólo puede ser una experiencia en tanto nos atraviesa y nos transforma.

Desde este precepto, abordamos la creación como una búsqueda en movimiento permanente de lo vivo, de aquello que nos traspase, conmueva e interpele. Una búsqueda con todo el cuerpo, sin medias tintas, ni atajos. Sin fórmulas fáciles, ni escaparates para llegar a una experiencia de verdad en el compartir con el público.

Por eso, nuestros montajes son de creación propia, porque llegamos a la puesta en escena a través de largos procesos de ensayos en los que los textos y las imágenes surgen de la propia investigación, depurando todo aquello que no es orgánico.

Un teatro desprovisto de adornos, en el que la belleza surge en el espacio que se dispara entre el elemento simbólico, la palabra gatillo, el cuerpo metáfora... y el imaginario del espectador.

Un teatro urgente contaminado por lo que sucede en nuestro entorno y en el mundo y a través del cuál nos interrogamos y planteamos preguntas generando espacios de reflexión compartidos.

Que se renueva y actualiza.

Un teatro que cuida con mimo los contenidos de sus obras, consciente de su capacidad de transformación social. Aportando una mirada crítica y eco feminista reflejada en las dinámicas de creación y en nuestras obras.

Un teatro lanzador de semillas.​​